lunes, 7 de octubre de 2013

De La Última de Feria de Otoño


Paseíllo en Las Ventas




Lleno absoluto en la plaza de toros de Las Ventas, ni un alma cabía para asistir a esta última tarde de la Feria de Otoño. Y es que la expectación era máxima, dado los protagonistas que se daban cita en ella. De un lado, los albaserradas de Adolfo Martín, toros siempre queridos por la afición venteña. De otro lado, Ferrera, Castaño y su extraordinaria cuadrilla, pero sobre todo Iván Fandiño, maestro de Orduña y torero de Madrid. 

Abría la tarde un toro cárdeno de 497 kilos, muy en saltillo, veleto y de nombre Escribiente. Adolfo Marín presentó una corrida muy desigual, con una clara diferenciación entre los tres primeros y los tres segundos.
Muy Asaltillada, algunos se taparon por la cara.

Primer cárdeno de la tarde
Ferrera lo saludó en el centro, y estuvo firme con el capote, dejando muestras de torería y sobre todo, asentando las bases de lo que sería la faena.

Ferrera con la capa

Ya en el caballo, el toro se arrancó a su primera vara tomando un puyazo trasero, Mal, muy mal estuvo el varilargo Alonso Sánchez, que se llevó como es costumbre el tradicional “qué malo eres” que desde el 7 y parte del 6 se les dedica a los caballistas con poca pericia.

Arrancándose al caballo
Ferrera parando al morlaco
Como es ya habitual en el extremeño, se lanzó a poner banderillas. En el primer par el torero comenzó tarde el viaje. En el segundo Ferrera salió  desde el tercio y se fue a buscar al toro al centro, pero acabó cruzándose al pitón derecho. El tercer par lo colocó en el tercio entrando hacia dentro. Esos alardes de parar al toro con la mano en la testuz no es que no me gusten, es que me ofenden, y más cuando el animal va justito de fuerzas.
Ya en la faena de muleta, empezó con la izquierda en el centro, pero el toro, ya casi sin fuerzas, le protestaba y se paraba. Con la derecha tampoco hubo suerte, el Adolfo se quedaba en el embroque y le echaba miradas que infundían como mínimo respeto. Algún susto dio por los arreones de valor del extremeño, que venía a lo que venía, a aprovechar su oportunidad en Madrid. Pero poco o nada había ya en ese toro. Terminó con una estocada casi entera.

Arrastrando el hocico
El segundo de la tarde fue un toro cárdeno bragado y meano, de nombre Baratero y con 496 kilos según la tablilla. La ilusión que crea la cuadrilla de Javier había hecho que al romper el paseíllo parte de la afición pidiese que salieran a saludar, pero los que salieron fueron los diestros. En fin, esas cosas extrañas que tiene la tauromaquia. Era un toro veleto, estrecho de sienes y con el que Javier Castaño no se acabó de sentir cómodo en el capote.

Baratero
Picando trasero

Ya en el tercio de varas, Tito Sandoval no tuvo la suerte de cara picando caído y trasero.

Cierto es que nadie hace la suerte hoy en día como él.

Por ello este tipo de errores no se tienen en cuenta cuando las cosas se hacen bien y con disposición.







Por eso esta año ha supuesto la consagración definitiva de la cuadrilla de Javier Castaño.

Esto ha supuesto que en todas las ferias toristas haya entrado el Salmantino en los carteles, sobre todo en Francia, donde este tercio cobra la importancia que realmente tiene y que en España no se le da.



En banderillas, David Adalid se llevó la ovación de la afición antes de poner el primer par tras la cogida en Nimes. Y es que Adalid es mucho Adalid. Colocó dos pares de órdago por el derecho, y su compañero

Adalid en su primer par
Fernando Sánchez, otra joya al servicio de Castaño, hizo gala del paso marcial que tanto le caracteriza y colocó un par soberbio.

Fernando Sánchez
Desmonterando

Ovación cerrada para ambos toreros de plata, que desmonteraron.

También destacar a Marco Galán con la capa, soberbio como siempre y un quite a la verónica de Fandiño.

Contar con una cuadrilla así es un lujo y veremos cuánto dura esta unión, en vistas de la falta de éxitos de Javier Castaño.




Llegados a este punto, el toro se apagó con una vela y no quería pelea. Castaño lo intentó por el izquierdo, pero se paraba constantemente. No humillaba y calamocheaba en exceso.

Por el derecho tampoco iba la cosa, no pasaba ni a rastras, y solo le quedaba la opción de matarlo. Y tampoco estuvo fino con los aceros, problema que se repite con demasiada frecuencia. Tras un pinchazo y un feo bajonazo, mató en el segundo descabello.


El tercero de la tarde, el más pequeño de la corrida, era un toro negro entrepelado bragado y meano. Dio en la báscula 475 kilos y respondía al nombre de Murciano.

Saliendo de toriles
Un toro cornipaso y que rozaba lo mínimo exigido en Madrid. Desde el inicio manseó constantemente y no quería saber nada de la faena. En el caballo no se le vio, y cuando entraba, salía suelto. Banderillas tampoco quería el Adolfo.

Toro de Adolfo Martín

Llegados ya a la faena de muleta, Iván se armó de paciencia y torería para sacarle algo al animal. Buscó siempre la rectitud en el cite, siempre con la verdad y la pureza por delante. Pero no había nada de dónde sacar.

Por el izquierdo iba con la cara por arriba y por el derecho no tenía un pase. Voluntad y tesón para cuajar algunos muletazos, pero sin que hubiese transmisión alguna.



A la vista de esto, se fue Iván a la espada, pero se atascó en un mar de desesperación, quizás por verse perdiendo otra oportunidad de abrir la Puerta Grande en Madrid, de lo poco que se le resiste al de Orduña.
Las prisas y los nervios no son buenos compañeros en ninguna profesión, pero menos en la de torero.



Ya en el ecuador de la tarde y sin haber visto nada importante, salió el cuarto toro de la tarde. Madroñito se llamaba el astado negro entrepelado de 566 kilos, alto de agujas y que hacía el segundo del lote de Ferrera. Con el capote el extremeño anduvo fino, buscando en todo momento al toro, capotazos sueltos sí, pero cargados de emoción. Estiló verónicas y chicuelinas.

El toro con más kilos de la tarde y que resultó el mejor





Mal picado el toro en el tercio de varas protagonizado por Dionisio Grilo, tercio del que ya nadie quiere hablar, bien por desconocimiento, bien por complejo o vaya usted a saber qué. Muy bien Antonio sacando al toro del caballo y haciendo el quite, algo que hace tiempo que no se veía.

En banderillas de nuevo se arrancó Ferrera, sacando el capote en el primer par y poniéndolo en suerte. En el segundo fue por dentro y acabó cogiendo el toro el capote, y es que entre tanto efectismo se acabó perdiendo Antonio que marró el par poniendo primero una y la segunda al relance. En el tercer par quiso salir del charco en el que se estaba metiendo y ahí se fue al hilo de las tablas y poniendo al quiebro, lo que le valió el reconocimiento del público.

Ferrera luciéndose en exceso en banderillas
En la muleta Ferrera se arrancó a torear al natural con la derecha, sacó buenos derechazos muy templados y algunos naturales de bonita factura, toreando por bajo. El manso animal ayudó con una embestida lenta y dejándose de menos a más. Bajo mi punto de vista le faltó profundidad, pero fue una faena bien trabajada.




Falló en su primer encuentro con el burel, y cobró una buena estocada en su segundo intento a la que acompañó posteriormente de tres naturales antes de que el toro cayese a los pies del diestro colocado sobre el estribo.

Petición mayoritaria y concesión de una oreja que algunos protestaron, los menos, todo hay que decirlo.

Y es que en estos de los toros es casi imposible poner a todos de acuerdo.

Paseando con orgullo su triunfo

Carpintero
De quinto hizo Carpintero, un toro cárdeno de 515 kilos con el que debía batirse el cobre Javier Castaño.

No tuvo suerte en su lote el leonés, aunque salmantino de adopción, que no estuvo cómodo con ninguno de sus dos toros ni tuvo recursos para superar las dificultades que presentaban.

No se dejó el toro ni un capotazo.



Para colmo de males tampoco hubo suerte en el tercio de varas, fallando Sánchez en el puyazo. No era la tarde.

No fue la tarde de los varilargos de la cuadrilla de Castaño

Menos mal que ahí andan siempre dispuestos Fernando y David, David y Fernando, para arrancar la ovación de la afición ante la pureza de sus pares de banderillas. Y eso que Adalid falló su primer par, algo inédito y de lo que acabó desquitándose al instante. Sánchez no se quedó a la zaga y de nuevo el coso venteño pidió el saludo de ambos banderilleros.


En la muleta no tenía nada que hacer Javier, no tenía un pase el descastado Adolfo, que ya desde el inicio había dejado claro que esto no iba con él.

Por si fuera poco tampoco estuvo fino en la suerte suprema, dos pinchazos y media estocada, y lleva ya una racha preocupante. Esperemos que para la temporada que viene haya dado un giro al asunto.

Desesperación de Castaño al que no acompañó el lote
Cerró la tarde Iván Fandiño con un cárdeno oscuro de 534 kilos y de nombre Madroño. Un toro andarín pero reservón, que no se vio en el capote.

Madroño
Tampoco en varas Pepe Aguado estuvo fino, y además el toro tampoco quería pelea. No hubo lucimiento en banderillas ni de Lara ni de Jarocho.

Por no haber no hubo ni en la muleta. El toro embestía a media altura y sin fuelle alguno. Fandiño, bien colocado, se jugaba los mulsos en cada muletazo que le sacaba al animal. Todo empeño y pureza, pero si no hay toro, difícilmente se pueden hacer las cosas. Algunos momentos al natural pero sueltos, todo sin ligazón, y sin poder transmitir la emoción a los tendidos. 

Fandiño exponiendo
Comentaba alguno al finalizar la tarde, que ese toro era de haberse lanzado a él con la muleta en la izquierda, que era el pitón, y haberle sacado 3 o cuatro series (si es que las tenía). A toro pasado todo es más fácil. Lo cierto es que Iván expuso, lo intentó y se la jugó tragando con embestidas muy feas de un animal que no tenía un ápice de casta ni fuerza.

Tarde de decepción tanto por las expectativas creadas sobre todo con Iván Fandiño, como por el pobre juego de los toros que trajo Don Adolfo Martín a Madrid. Mucha leña no esconde la ausencia de casta y la falta de trapío de alguno de los toros.

Lo mejor, el lleno absoluto en pleno Octubre. 24.000 personas dándose cita en Las Ventas para despedir la Feria de Otoño, y todo esto, sin figuras de postín. Ni falta que hace.

Plaza de toros de Las Ventas

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